Primera mujer en Chile en recibir el título de médico en 1887, y también, la primera en graduarse de Bachiller en filosofía y humanidades
Eloísa Díaz Insunza nació el 25 de junio de 1866, fruto del matrimonio conformado por Eulogio Díaz Varas y Carmela Insunza. Sus primeros estudios los realizó en el colegio que dirigía Dolores Cabrera Martínez. Las humanidades las cursó en el colegio fundado y dirigido por Isabel Le Brun de Pinochet y en el Instituto Nacional. En 1880, postuló a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, después de una ley que permitía por primera vez el ingreso de mujeres a dicho centro de estudios superiores.
Estudiosa, Eloísa Díaz, fue la primera mujer chilena que se graduó como médico, resultando premiada en varias oportunidades, llegando a ser la mejor alumna en clínica médica y en obstetricia. Sus esfuerzos fueron coronados cuando, luego de escribir su tesis de grado, Breves observaciones sobre la aparición de la pubertad en la mujer chilena y las predisposiciones patológicas del sexo, se licenció en medicina el 27 de diciembre de 1886. Su memoria fue publicada en Los Anales de la Universidad de Chile y en La Revista Médica de Chile. Anteriormente, ya había entregado una colaboración al Boletín Médico acerca de la “Ruptura útero-vaginal, curación”. Obtuvo su título profesional el 3 de enero de 1887, siendo la primera chilena y la primera americana que obtenía ese título.
Sus primeros pasos profesionales fueron entre 1888 y 1890 como ayudante de la clínica de ginecológica del profesor Roberto Moericke. En enero de 1891 se integró al plantel médico del hospital San Borja.
Al mismo tiempo, en 1889, ejercía como profesora y médico de la Escuela Normal de Preceptores del sur, donde permaneció hasta el año 1897. Desde este sitial analizó las condiciones higiénicas de los colegios del país, convirtiéndose en una experta en el ramo. Estos conocimientos le permitieron en 1898 convertirse en Inspector médico escolar de Santiago, y más tarde asumir el cargo a nivel nacional, ejerciéndolo durante treinta años.
Desde este puesto impulsó reformas como la creación del servicio médico dental en las escuelas; fundó jardines infantiles; implementó policlínicas dirigidas a las personas de menores recursos e impulsó colonias escolares gratuitas.
En el ámbito intelectual participó en numerosos congresos. En 1901, expuso brillantemente sus ideas en el Congreso Médico Latinoamericano realizado en Santiago, respecto de la sanidad e higiene escolar, lo que le valió merecidos aplausos. En 1904, concurrió al Congreso que se desarrollaba en Buenos Aires con un trabajo titulado: Disquisiciones sobre higiene escolar en Chile. Dos años después publicaba en el Anuario del Ministerio de Instrucción Pública un interesante artículo sobre La alimentación de los niños pobres en las escuelas públicas.
En 1910, integró la delegación chilena que concurrió al Congreso Científico Internacional de Medicina e Higiene de Buenos Aires, donde fue elegida secretaria de una de las secciones. Asimismo, fue relatora del tema “el niño débil normal y organizaciones médico-escolares”. En virtud de su trayectoria y aportes el Congreso Científico la nominó “Mujer Ilustre de América”.
A su vuelta, en 1911, fue nombrada directora del Servicio Médico Escolar de Chile, destacando en impulsar el desayuno escolar obligatorio, la vacunación masiva y en su lucha en contra del alcoholismo.
También fue integrante de numerosas instituciones científicas: la Liga Nacional de Higiene Social, la Sociedad Científica de Chile, el Consejo Nacional de la Mujer, la Sociedad Médica, el Consejo de Nutrición Primaria, la Cruz Roja y otras.
A los 60 años se retiró al merecido descanso. En 1950 enfermó, por lo que fue internada en el hospital San Vicente de Paúl donde murió a los 85 años.